El ser humano orienta todos sus comportamientos en dos objetivos básicos finales: obtener placer y evitar el dolor. Pero ¿se puede sentir dolor y al mismo tiempo tener placer?
La respuesta es: SÍ.
La relación entre placer y dolor es un poco más compleja de lo que pensamos. Para empezar, todo dolor hace que tu sistema nervioso central libere endorfinas, estas son como «analgésicos» naturales creadas por tu mismo cuerpo. Las endorfinas no solo te alivian sino que también te producen una sensación de euforia. Además, estudios científicos han demostrado que hay fibras del dolor que se cruzan por el área del placer, esto hace que de alguna forma estén conectados, ¿no te parece una locura?
También se ha propuesto que el alivio que se siente al superar una situación de dolor, genera placer. O sea, vos sabés que cuando se detiene el origen del dolor en compensación tu cuerpo liberará endorfinas que te harán sentir placer, ¡es como una muy buena recompensa!
Sin embargo, en el caso (por ejemplo) del masoquismo es diferente, pues el dolor por si mismo es percibido como placentero, aunque se ha planteado en diversas investigaciones que el placer del masoquismo se relaciona más con el poder y la sumisión que con el propio dolor.
Un dato super interesante: en una investigación realizada con personas que se autodenominan «masoquistas» se planteó una hipótesis que indica que estas personas podrían tener una alteración cerebral en el procesamiento de la información somatosensorial, ¡nos pusimos los lentes con esta palabra de domingo! Esto significa que estímulos percibidos como muy dolorosos por la mayoría, son percibidos como estímulos regulares/normales por personas con gustos masoquistas.
En fin, la respuesta al dolor o al placer (o cualquier otro estímulo) nunca será la misma en todas las personas. Cada ser humano y cada cerebro son un universo diferente.