Uno de los principales conceptos que aprendemos desde jóvenes durante el desarrollo de nuestra sexualidad, es “la virginidad” y toda la palabrería que gira entorno a esta.
La frase comúnmente hablada “Perder la virginidad” implica que nuestras primeras experiencias sexuales no nos hacen mejores y tener más, sino que implica una pérdida que nos disminuye y quedamos con menos.
También complica la dinámica de control — ¿Quién está perdiendo, quién está tomando?
La virginidad es una construcción social que posiciona la penetración como la única forma “válida” de tener sexo o la única que cuenta, resultando en el destino deseado de la mayoría de los encuentros sexuales.
Esta visión heteronormativa invalida todas las otras prácticas sexuales, esquivando la experiencia LGBTQI+ y muchas actividades sexuales que potencian el placer de la mujer.
El concepto de “virginidad” es el inicio de la compleja dinámica de poder que se experimenta en las relaciones sexuales convirtiendolas en algo que se da o se toma, en lugar de compartirse.
- Se la cogió
- Se lo cogió
- Pero cada cuánto escuchamos “Se cogieron entre si”
Los invitamos a repensar el concepto de virginidad, cómo puede llegar controlar las experiencias y crear presiones innecesarias para las personas jóvenes.